Un agua de calidad es aquella cuyas características cubre los requerimientos del uso que se le piensa dar. En el caso específico de su uso para riego de cultivos se pone especial énfasis en las características químicas y no tanto así en las físicas. En la práctica un agua ideal para el cultivo es poco probable, sin embargo muchas de sus características son manejables y también juegan un papel importante otros factores como el tipo de suelo en el que se pretende de cultivar, especie a cultivar y condiciones del clima de la zona.
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